“Este jersey no me lo he puesto en un año, pero… por si acaso”. “Estas chanclas reventadas que me dejan los pies incandescentes, no las tiro, que tienen valor sentimental”. “El set de gimnasia Body Michelin Power, lo guardo, que el mes que viene empiezo, de verdad, de verdad…” Si te identificas con alguno de estos pensamientos, ¿puede ser que estés acumulando demasiadas cosas y necesites una casa minimalista para poder ser más ordenado?
Cada vez consumimos más. Compramos, compramos y compramos y nos convencemos a nosotros mismos de que necesitamos cosas que, a los dos días, olvidamos en un armario.
Y, aunque parezca lo contrario, en lugar de hacernos sentir mejor, el tener tanto nos acaba complicando la existencia. No sabemos cuántas mudanzas habrás hecho, pero seguro que alguna vez te has enfrentado al momento “mi vida en cajas”. O sea, cuando toooodo lo que dices que “necesitas” tiene que caber en un viaje de furgoneta.
No te preocupes. Hoy te vamos a contar cómo hacer sitio a las cosas que importan (que muchas veces no son cosas) y deshacerte de trastos y excusas que solo acumulan polvo en casa.
Imagina un salón diáfano, con pocos elementos, colores claros y alguna planta. No hay paredes saturadas de cuadros, posters, espejos y muebles cargados de rimbombancias. Todo está en orden. Pocas cosas nos distraen. Vamos a ponerle algo de música relajante para meternos más en situación.
¿Qué tal? Mejor, ¿verdad?
Está comprobado que gestionar todo lo que poseemos, en el día a día, nos acaba generando estrés. Cada cosa que entra en casa, se va a apropiar de una pequeña porción de nuestro tiempo, aunque sea solo para pensar “qué hace esto aquí” o “dónde guardo esto” y, además, también reduce nuestro espacio vital.
Es tan fácil como pararte a pensar en qué cosas de verdad no necesitas.
Observa el salón, los dormitorios, las estanterías, los armarios, el baño… ¡hasta la nevera! ¡Tira ya ese medio limón decorativo de la puerta, nunca lo utilizarás!
Si no las usas a menudo, es que no te hacen falta. En serio, piénsalo. Revistas antiguas, pantalones que no te abrochan, la máquina de hacer gofres, la pelota de Pilates… Conforme vayas haciendo sitio, irás sintiendo una sensación de alivio que te va a encantar.
Recoge, barre y friega el suelo con un jabón natural que deje un olor agradable y abre las ventanas.
Aprovecha para hacer limpieza de productos, que seguro que tienes demasiados y muchos que nunca usas. Lo mejor: tener pocos limpiadores que nos sirvan para muchas cosas, como un buen jabón «para todo». Quédate solo con los que uses para tu rutina de limpieza habitual.
Deja entrar aire nuevo. Las cosas que retires, puedes donarlas o regalarlas a alguien que las necesite de verdad.
Deja a la vista pocos elementos que distraigan tu atención, busca la luz y la armonía. Es como dejar un lienzo en blanco para poder pensar con claridad.
Te dejamos aquí unos pequeños tips para tener en cuenta a partir de ahora.
La filosofía oriental dice que, para que lleguen cosas nuevas a tu vida, tienes que deshacerte de las viejas. Quizás, este sea un buen momento para dejar de mirar atrás y hacer un hueco a todo lo que está por venir. Al final, no va a ser tan malo eso de tirar todo por la borda, si lo que tiramos no nos sirve para nada… ¡Apúntate a esta filosofía y consigue una casa minimalista!